Siempre he pensado que el mejor lugar y tiempo para vivir, por supuesto siendo rico, era el Nueva York de fines de los años 1930. Antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial y cuando los efectos de la Gran Depresión se habían atenuado algo. Reinaba Franklin Delano Roosevelt, un patricio benévolo y astuto. Al que, por cierto, sus iguales odiaban cordialmente y consideraban que era poco menos que un comunista. El “New Deal” había cambiado las reglas de juego y atemperó la ferocidad del sistema capitalista. Estados Unidos era entonces el país de las oportunidades, todavía funcionaba (relativamente) el “ascensor social” . Las clases medias, que habían nacido en los años 1920, y cuyas expectativas fueron destruidas en 1929, habían vuelto a remontar. Se trataba de personas que podían vivir de su profesión u oficio con relativa holgura. A la izquierda el pináculo del Hotel Pierre, a la derecha el Hotel Plaza. Fotografía de Samuel H. Gottscho, 23/01/1933. Library of Congress. Por su p
Información y realidad, Aquiles y la tortuga.