El cuerpo del otro era el de un hombre que había soportado el trabajo duro. Era delgado pero musculoso, vestía una chaqueta de cazador, de color verde oscuro con flecos amarillos, gorro de piel y llevaba un cuchillo en su cinturón. Sus mocasines tenían los vistosos adornos que son comunes entre los indios.
Complementaban su vestimenta la bolsa y un cuerno. A su lado, apoyado contra un árbol, tenía su largo rifle. A pesar de todo esto, su mirada era franca y tenía una expresión de ruda honradez.
Complementaban su vestimenta la bolsa y un cuerno. A su lado, apoyado contra un árbol, tenía su largo rifle. A pesar de todo esto, su mirada era franca y tenía una expresión de ruda honradez.
El texto es una descripción de Nathaniel “Natty” Bumppo que aparece en la novela “The Last of the Mohicans” publicada en 1826 por James Fenimore Cooper (1789-1851). Natty Bumppo, alias “Leatherstocking” (Calzas de cuero) es el protagonista de las cinco novelas (conocidas como “Leatherstocking Tales”) publicadas por Cooper entre 1823 y 1841. Estas novelas, ambientadas en la segunda mitad del siglo XVIII, relatan aventuras en la frontera del naciente Estados Unidos. Los acontecimientos novelados se desarrollan en el valle del río Hudson, estado de New York, en el territorio que fue de los indios Iroqueses, Algonquinos, Delaware y, por supuesto, Mohicanos.
El éxito de las novelas fue inmenso, y no sólo en Estados Unidos. Nadie había escrito hasta entonces sobre aventuras, más o menos reales, que se desarrollaran en los bosques, en las “soledades americanas”. Cooper creó a Natty Bumppo como un personaje secundario con respecto a los nativos americanos, de diferentes tribus, que frecuentaba. Sin embargo, el personaje se apoderó del autor. Bumppo, inicialmente un personaje de “bajo nivel”, fue creciendo en importancia, terminó teniendo una inercia existencial no prevista por el propio Cooper. Se trataba de un anglosajón blanco que dominaba las mismas técnicas que permitían a los indios americanos controlar su entorno. En definitiva, se convirtió, gracias a la difusión de las novelas, en el primer héroe estadounidense.
Parece ser que podría haber estado inspirado por la figura del pionero y explorador Daniel Boone. Pero, Wayne Franklin, biógrafo de Cooper, dice que Natty Bumppo parece, de hecho, haber suplantado a Boone en la mente estadounidense como el arquetipo del hombre de los bosques. La figura de Bumppo entró en el imaginario mental de su época. Su figura se trasladó al terreno de lo mítico. Ello se pudo producir por la calidad literaria de las novelas de Cooper.
El éxito de las novelas fue inmenso, y no sólo en Estados Unidos. Nadie había escrito hasta entonces sobre aventuras, más o menos reales, que se desarrollaran en los bosques, en las “soledades americanas”. Cooper creó a Natty Bumppo como un personaje secundario con respecto a los nativos americanos, de diferentes tribus, que frecuentaba. Sin embargo, el personaje se apoderó del autor. Bumppo, inicialmente un personaje de “bajo nivel”, fue creciendo en importancia, terminó teniendo una inercia existencial no prevista por el propio Cooper. Se trataba de un anglosajón blanco que dominaba las mismas técnicas que permitían a los indios americanos controlar su entorno. En definitiva, se convirtió, gracias a la difusión de las novelas, en el primer héroe estadounidense.
Parece ser que podría haber estado inspirado por la figura del pionero y explorador Daniel Boone. Pero, Wayne Franklin, biógrafo de Cooper, dice que Natty Bumppo parece, de hecho, haber suplantado a Boone en la mente estadounidense como el arquetipo del hombre de los bosques. La figura de Bumppo entró en el imaginario mental de su época. Su figura se trasladó al terreno de lo mítico. Ello se pudo producir por la calidad literaria de las novelas de Cooper.
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James Fenimore Cooper. John Wesley Jarvis, 1822. |
Por su parte, Edgar Morin comentaba que Lo imaginario estético, como todo lo imaginario, es el reino de las necesidades y aspiraciones del hombre, encarnadas y puestas en situación en el marco de una ficción. Este fue el camino mediante el que un hombre blanco y anglosajón se transformó en el mito fundacional de los Estados Unidos.
En este punto es donde resulta esclarecedora la reflexión del profesor Aldo J. Regalado en su libro “Bending Steel” (“Doblando Acero”,2015) que estudia los orígenes literarios (y sociales) de los “superhéroes” del comic americano.
En primer lugar, incide en el origen familiar de James Fenimore Cooper. Era hijo de William Cooper (1754-1809), comerciante, promotor inmobiliario, juez y congresista. William Cooper pertenecía a una generación de pioneros para los que la dependencia mutua y la pertenencia a una comunidad eran valores fundamentales. Pero los tiempos estaban cambiando.
Los hombres hechos a sí mismos del siglo XIX, posibilitados por la mejora de la infraestructura y las oportunidades económicas de una sociedad de libre mercado, se veían cada vez más a sí mismos como individuos, libres de las restricciones de la jerarquía, la herencia y la comunidad (Regalado, 2015).
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Escena de The Last of the Mohicans. Thomas Cole, 1827. |
Natty Bumppo pasa a ser el héroe que domina la naturaleza salvaje estadounidense y su legitimación se produce al ser el heredero de los nativos americanos. Estos últimos son convertidos en meras comparsas del ascenso de la supremacía masculina blanca.
Un detalle no menor es que al propio Bumppo se le conoce también con el sobrenombre que le aplica Chingachgook, el padre de Uncas, “Hawkeye” (“Ojo de halcón”). Es preciso recordar que Cooper fue el que incorporó a la cultura popular la “típica” forma de hablar de los indios americanos en forma de metáforas. Es, como dice Wayne Franklin, una fórmula que recuerda a las «kenningar» de la antigua práctica anglosajona, filtradas a través de las pseudo-epopeyas de James McPherson, Ossian. Habría, pues, una extraña cercanía, que creo inventada, entre “Nube Roja” o “Caballo Loco” y “el sudor de la batalla” (la sangre) o “el señor de los anillos” (el rey).El legado de Bumppo permitió la existencia de Tarzán. Tal como lo imaginó Edgar Rice Burroughs (1875-1950), era un héroe de la naturaleza que legitimaba el poder cultural y social de los hombres blancos privilegiados (Regalado, 2015). Pero, creado en 1912, Tarzán era un personaje con un cierto origen oscuro. Representaba las frustraciones de los hombres blancos anglosajones, en un momento de auge del capitalismo industrial que les había convertido en meros peones. La lectura de las novelas de Tarzán permitía fantasías de dominación masculina blanca sobre la naturaleza, las mujeres y las “otras razas”.
Esta oscuridad que reflejaban las obras de Burroughs le emparentaba con Howard Philips Lovecraft (1890-1937). Ambos percibían la modernidad como una fuerza destructiva que atentaba contra las virtudes tradicionales de la masculinidad. Lovecraft apuntaba hacia una actitud elitista, en vez de enérgica. Era un racista reaccionario. Elogió al Ku Klux Klan como esa noble, pero muy difamada, banda de sureños que salvó a la mitad de nuestro país de la destrucción. Por cierto, otro gran personaje de Burroughs, el capitán John Carter, el héroe de Barsoom (Marte), era un caballero sureño de Virginia que militó en los ejércitos de la Confederación.
Manifestación del Ku Klux Klan en Washington D.C., 13/09/1926. |
Todo esto me recuerda a los orcos de “El señor de los anillos”. Peter Jackson en la película “El retorno del Rey” (2003) y durante la batalla de los Campos del Pelennor presenta al ejército de Sauron compuesto por hombres de color (y con múltiples tatuajes!). Mordor representaba para Tolkien el maquinismo y la sociedad industrial que habían corrompido y casi destruido el mundo mítico en que los señores, los Altos Elfos y los hombres (blancos) del Oeste, dominaban el mundo.
BIBLIOGRAFIA
James Fenimore Cooper. El último mohicano. Edicioes Cátedra, 1997. ISBN 978-8437615264.
Wayne Franklin. James Fenimore Cooper: The Early Years. Yale University Press, 2007.
Aldo J. Regalado. Bending Steel: Modernity and the American Superhero. University Press of Mississippi, 2015.
Harold Bloom. El canon occidental. Anagrama, 2006. ISBN 978-8433966841.
Edgar Morin. El cine o el hombre imaginario. Paidos, 2011. ISBN 978-8449326158.
Rudyard Kipling. The White Man's Burden, 1899.