Borges ha escrito sobre casi todo. El 13 de noviembre de 1936, en la revista Hogar, publicó un comentario sobre Lion Feuchtwanger (Munich, 1884-Los Angeles, 1958): La frase «un novelista alemán» es casi una contradicción, ya que Alemania, tan rica en organizadores de la metafísica, en poetas líricos, en eruditos, en profetas y en traductores, es notoriamente pobre en novelas. La obra de León Feuchtwanger es una infracción de esa norma.
Zeppelin, Friedrichshafen, V: 23-27 de agosto de 1999. Copyright Vera Lutter. |
En realidad, se le recuerda por un libro muy controvertido, “Moscu 1937”. Es un relato sobre el viaje que realizó a Moscú entre el primero de diciembre de 1936 y el 8 de febrero de 1937. Fue recibido como un invitado muy especial. Se entrevistó con el propio Stalin, que le recibió el 8 de enero de 1937 durante 4 horas (¡!). Asistió al juicio de Piatakov y Radek (acusados de conspirar con Trosky). Ambos eventos fueron descritos por Feuchtwanger de una forma claramente favorable al régimen soviético. Aquí es donde radica la controversia.
Lion Feuchtwanger y Stalin. Komsomólskaya Prа́vda, 09/01/1937. |
Feuchtwanger no era ingenuo, viajó preparado para ser racional y no dejarse llevar por las alabanzas que recibía. Pero estaba resuelto a utilizar su fama y su prestigio a favor del régimen de Stalin.
Lion Feuchtwanger |
Cuando vi a Piatakov, Radek y sus amigos, y escuché lo que decían y cómo lo decían me vi obligado a aceptar la evidencia de mis sentidos, y mis dudas se desvanecieron tan naturalmente como la sal se disuelve en el agua. Si eso era mentira o algo premeditado, entonces no sé qué es la verdad. (Moscu 1937).
Y, a continuación, remacha: Si me pidieran la quintaesencia de mi opinión, podría tal vez sólo seguir el ejemplo de aquel modesto ensayista Ernst Bloch, y citar a Sócrates, quien, al ser interrogado acerca de ciertas oscuridades en Heráclito, respondió: «Lo que he entendido es acertado. De lo que concluyo que lo demás que no he entendido también lo es».
Desde luego el argumento es más que forzado. No cabe duda de que estamos ante un documento de propaganda elaborado con plena conciencia de lo que se está haciendo. Feuchtwanger sacrificaba todo a lo que creía un bien superior. Ello no le justifica, pero tendríamos que entender, incluso comprender, los tiempos que estaba viviendo. Como ejemplo, John Colville, secretario de Winston Churchill, refería en sus memorias (Fringes of Power) que el conspicuo anticomunista Churchill, hablando sobre el posible ataque nazi a la URSS, le había comentado: Si Hitler invadiera el infierno, haría al menos una referencia favorable al diablo en la Cámara de los Comunes.
La visita de Feuchtwanger a Moscú estuvo tutelada y vigilada por la policía política (el NKVD). Nada que ver con la visita que el filósofo Walter Benjamin hizo, también a Moscú, exactamente diez años antes. Benjamin escribió un relato, “Diario de Moscú”, de su peripecia moscovita, llegó el 6 de diciembre de 1926 y se fue el 1 de febrero de 1927. Paseó por Moscú sin restricción alguna; el poder soviético todavía era laxo comparado con el futuro estalinista. La visita también tenía una doble finalidad, pero en este caso las dos de carácter personal.
Por un lado, Walter Benjamin quería ver al gran amor de su vida, la letona Asja Lacis (1891-1979), que había conocido en Capri en 1924. Era una mujer extraordinaria, dramaturga, que trabajaba como periodista y que, durante la visita de Benjamin, convalecía en un sanatorio reponiéndose de una crisis nerviosa. Por otra parte, quería reflexionar sobre su posible ingreso en el Partido Comunista y ver las posibilidades de ganarse la vida escribiendo para periódicos soviéticos.
No logró que se aceptaran sus textos. El 13 de enero había ido a la oficina de la Enciclopedia Soviética para presentar un artículo sobre Goethe. Casualmente apareció allí Karl Radek, por entonces un miembro influyente de las esferas del poder, que criticó el artículo de tal manera que Benjamin dio por perdido el asunto.
Vale la pena recordar que fue Karl Radek quien en 1926 aplastó las esperanzas de Walter Benjamin de ser aceptado en la Unión Soviética. Radek leyó el artículo de Benjamin sobre Goethe y se burló del hecho de que la expresión “lucha de clases” se repitiera en una página diez veces. No debería haberlo hecho. Fue precisamente la idea de la «creciente lucha de clases bajo el socialismo» la que constituyó la justificación de Stalin de los procesos políticos, así como su principal contribución al marxismo. (Vladimir Paperny, 2001).
Asja Lacis |
El “Diario de Moscú” no se publicó hasta 1980. Al parecer por el respeto de los editores hacia Asja Lacis, que falleció en 1979. El “Diario” resulta fascinante, revela cierta fragilidad existencial, es tremendamente sincero y muestra la soledad del filósofo. Walter Benjamin pasea incesantemente por Moscú, con total libertad. En la ciudad hace, obviamente, mucho frío. Constata que es una ciudad de casas bajas y frecuenta las confiterías; los dulces rusos, muy apreciados en la época zarista, seguían teniendo éxito en el nuevo mundo soviético.
Walter Benjamin, 1928 |
Leyéndolo me asaltó una idea que medito desde hace algún tiempo. He tenido otras vidas fuera de la ciudad de mi infancia. Cuando vuelvo a ella, de visita, percibo las calles, las tiendas y los edificios en varias dimensiones. Es como si el factor tiempo hubiera desaparecido y solamente quedara el paisaje. Un paisaje difuso, borroso, en el que se superponen las imágenes de todos los pasados y del tiempo presente. Como si transitara por un sueño; y, como todos los sueños, tiene un punto de felicidad y otro de pesadilla.
Todo esto me trae a colación a Borges con su descripción de Funes el memorioso: Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso.
Mi agradecimiento a la artista Vera Lutter por su amabilidad en la cesión de uso de la imagen Zeppelin, Friedrichshafen, V: August 23–27, 1999.
BIBLIOGRAFIA
Walter Benjamin. Diario de Moscú. Ediciones Godot, 2011. ISBN 9789871489299.
Vladimir Paperny. Andre Gide and Lion Feuchtwanger.
Karl Schlögel. Terror y utopía. Moscú en 1937. Acantilado, 2014. ISBN 978-8416011322.