Ansel Adams es uno de los grandes fotógrafos americanos, eso está fuera de toda duda. Adams junto a Edward Weston (del que fue discípulo Adams), Paul Strand y otros formaron un grupo que defendía la “fotografía directa o pura”. Seguían la corriente abierta por Alfred Stieglitz y los llamados “pictorialistas”. Confieso que Ansel Adams nunca me ha gustado. Siempre he disfrutado de la fotografía descriptiva, de la fotografía de reportaje. Creo (opinión discutible) que la pasión de Ansel Adams por lograr la perfección en sus (magníficas) fotografías de los Parques Nacionales USA esconde cierta presunción artística. Prefiero la imperfección implicada en las fotografías de Walker Evans, John Vachon o Jack Delano. Por otra parte, estas últimas han envejecido mucho mejor que las fotos artísticas, entre otras cosas, porque “cuentan” una época y una forma de vida.
The Tetons and the Snake River. Grand Teton National Park. Ansel Adams, 1942. National Archives and Records Administration |
Grupo de migrantes de Florida en camino a Cranberry (New Jersey) para recoger patatas. Cerca de Shawboro (North Carolina). Jack Delano, julio de 1940. Library of Congress. |
Por otra parte, el momento en el que la fotografía-reportaje, la fotografía de calle, alcanzó su cenit puede ser circunscrito a los treinta años que discurren entre 1930 y 1960. Fue el momento del auge de las revistas gráficas y del periodismo fotográfico. En esa época la fotografía era el medio más importante para mostrar las noticias, las modas y los productos comerciales. Posteriormente la fotografía se convirtió en un instrumento que compartía protagonismo con otros medios, sobre todo la televisión.
Tienda de repuesto de automóvil. Atlanta (Georgia). Walker Evans, marzo de 1936. Library of Congress. |
Anuncio de Camel en Times Square, New York. John Vachon, febrero 1943. Library of Congress. |
Estamos en un mundo en el que la creación de imágenes se está realizando en una escala tan grande que está gestando una realidad alternativa, gracias a la informática y a las redes sociales. Se trata de la creación de un insidioso mundo “nuevo”. Algo que el presciente Jorge Luis Borges ya presentaba en “Tlön, Ukbar, Orbis Tertius” (Ficciones, 1944), un cuento en el que unos conspiradores fabricaban una enciclopedia de un mundo nuevo (e inventado) que terminaba contaminando nuestra realidad; una reflexión sobre el idealismo subjetivo de Berkeley.
“El contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo. Encantada por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de ajedrecistas, no de ángeles.”
Tal y como la propia Sontag apuntaba (¡en 1977!):
“Nuestra opresiva percepción de la transitoriedad de todo es más aguda desde que las cámaras nos dieron los medios para “fijar” el momento fugitivo. Consumimos imágenes a un ritmo aún más acelerado y, así como Balzac sospechaba que las cámaras consumían partes del cuerpo, las imágenes consumen la realidad. Las cámaras son el antídoto y la enfermedad, un medio de apropiarse de la realidad y un medio de volverla obsoleta”.
Y, siguiendo a Sontag, las imágenes ya no son sombras (en el sentido de la caverna platónica), se han convertido, por su riqueza informativa, en realidades. Y tal vez puedan transformar la propia realidad en una mera sombra.
“Nuestra opresiva percepción de la transitoriedad de todo es más aguda desde que las cámaras nos dieron los medios para “fijar” el momento fugitivo. Consumimos imágenes a un ritmo aún más acelerado y, así como Balzac sospechaba que las cámaras consumían partes del cuerpo, las imágenes consumen la realidad. Las cámaras son el antídoto y la enfermedad, un medio de apropiarse de la realidad y un medio de volverla obsoleta”.
Y, siguiendo a Sontag, las imágenes ya no son sombras (en el sentido de la caverna platónica), se han convertido, por su riqueza informativa, en realidades. Y tal vez puedan transformar la propia realidad en una mera sombra.