El New York Times publicó, el 26/09/2007, un artículo de William Grimes que resultaba ser una mezcla entre obituario y crítica literaria. Comentaba el libro de David Halberstam (1934-2007) “The Coldest Winter: America and the Korean War” (“La guerra olvidada”, Crítica, 2008). Comienza diciendo que (la guerra de Corea) fue “un conflicto militar perfectamente adaptado a la era del existencialismo, la alienación y el antihéroe. Los objetivos eran oscuros, y el enemigo sombrío.” Se trata de una crónica de la peripecia bélica. Pero sobre todo es, además, una puesta en escena de la situación política de Estados Unidos en el segundo mandato de Truman (1949-1952) y del origen de las posiciones norteamericanas durante la guerra fría. David Halberstam utiliza su capacidad de análisis, que le proporcionó el premio Pulitzer en 1964 por sus reportajes de Vietnam. Sus críticas del régimen de Ngô Dinh Diem provocaron que Kennedy intentara boicotear sus crónicas para el NYT.
La guerra comenzó el 25/06/1950 con la invasión de Corea del Sur por parte de los norcoreanos. Estados Unidos (integrando un ejército de la ONU) contraatacó con un desembarco en Inchon y llegó hasta la frontera con China, en el río Yalu. Entonces, un ejército chino (dirigido por Peng Dehuai, veterano militar de la “larga marcha”) invadió Corea en octubre de 1950, hizo retroceder a los norteamericanos y finalmente, tras una cruenta guerra de desgaste mutuo, se firmó un armisticio el 27/07/1953, ya en la presidencia de Eisenhower.
El jefe de las tropas norteamericanas, y gobernador (con plenos poderes) del Japón ocupado, fue Douglas MacArthur (1880-1964). Según dice Grimes (citando a Halberstam) MacArthur es “una presencia luciferina, junto con su espeluznante jefe de inteligencia, Charles Willoughby, y su servilmente adorador segundo al mando, el general Edward M. Almond.” MacArthur representaba, con una tremenda ambición política y un enorme resentimiento personal hacia los políticos, al sector más conservador del partido republicano que acusaba a los demócratas de haber perdido China con el triunfo de Mao Zedong en 1949. Los republicanos estaban amargados porque llevaban casi veinte años sin gobernar.
MacArthur, actuando en contra de las órdenes de Washington, falseó sistemáticamente los datos de inteligencia y negó la posibilidad de que el ejército chino llegara a intervenir en la contienda. Ignoró, deliberadamente, instrucciones concretas de Truman, al que despreciaba. Quería utilizar bombas atómicas tácticas, lo cual hubiera provocado la intervención de los soviéticos. Truman se encontró en el mismo dilema que Lincoln con McClellan, el jefe del Ejército del Potomac, al que tuvo que destituir el 11/03/1862 tanto por su pasividad como por su insubordinación. Finalmente el 11/04/1951 Truman fulminó a MacArthur. Según apunta Halberstam, Truman dijo en privado (sobre MacArthur) que «El problema estaba en que quería ser procónsul, algo así como emperador del Lejano Oriente. Olvidó que no era más que un general del ejército bajo su comandante en jefe, el presidente de Estados Unidos».
Aparte de la crónica militar Halberstam identifica puntos de inflexión en la política estadounidense que explican su estado y evolución futura. Por ejemplo, el éxito del Partido Demócrata (desde 1932 con Franklin D. Roosevelt) se había debido a una coalición entre los obreros industriales (“blue collar”), la gente de color (del Norte) y los políticos blancos del Sur (en su mayor parte segregacionistas). Esta coalición se rompería a mediados de los años 1960 por varias causas, el auge de los derechos civiles y la lucha contra la segregación racial, que enfadó a los Estados del Sur, tradicionalmente demócratas y la crisis del petróleo (1973) que inició un declive de las grandes corporaciones industriales. Este último factor transformó a los obreros industriales en empresarios por cuenta propia, imprimiendo un sesgo conservador a la política norteamericana y propiciando la presidencia de Reagan.
La guerra de Corea tuvo repercusiones en el bloque comunista. El ejército chino funcionó con infantería que solamente tenía a su disposición armamento ligero (ametralladoras y morteros). A pesar de su eficiencia en técnicas de ocultación que le permitieron emboscar y acosar sistemáticamente al ejército norteamericano terminó pagando un precio muy alto (en muertos y heridos) por la potencia de fuego (aéreo y de artillería pesada) estadounidense. Esta estrategia fue implementada por Matthew Ridgway (un general de tropas aerotransportadas duro, honesto y eficiente), nombrado comandante en Corea cuando la invasión china y posteriormente sustituto de MacArthur. Los chinos solicitaron ayuda aérea a la URSS, pero Stalin se inhibió, temiendo represalias en una escala mayor (nuclear). Todo ello contribuyó a la escisión chino-soviética unos años después.
Lo más interesante del libro de Halberstam se refiere a la “guerra fría”. A principios de 1950 el entonces Secretario de Estado, Dean Acheson, encargó al Jefe de la Oficina de Planificación Política (Secretaría de Estado), Paul Nitze un documento que redefiniera las necesidades de defensa de los Estados Unidos. Fue el famoso documento 68 del Consejo de Seguridad Nacional (NSC-68). En él se planteaba la necesidad de aumentar drásticamente el presupuesto de defensa e identificaba la amenaza del comunismo (“para frustrar los designios del Kremlin”), la Unión Soviética y la República Popular China. Este documento, junto a los problemas que puso sobre el tapete la guerra de Corea influyó decisivamente en la política norteamericana hasta la caída de la URSS en 1989. Como concluye Halberstam “incrementó la influencia del Pentágono y reforzó el predominio de las cuestiones de seguridad nacional en la conducción del Estado y de los sectores que Dwight Eisenhower denominaría, en su discurso de despedida (17/01/1961) como presidente, «complejo militar-industrial».”
Korean War Veterans Memorial. Washington, 1995. Es un grupo escultórico de 19 estatuas de acero inoxidable. Refleja el "tenebroso" e invernal ambiente de la guerra de Corea. |
Dwight D. Eisenhower, Lyndon B. Johnson (centro) y John foster Dulles (derecha). Washington. 31/03/1955. Library of Congress. |
Douglas MacArthur. Library of Congress. |
Aparte de la crónica militar Halberstam identifica puntos de inflexión en la política estadounidense que explican su estado y evolución futura. Por ejemplo, el éxito del Partido Demócrata (desde 1932 con Franklin D. Roosevelt) se había debido a una coalición entre los obreros industriales (“blue collar”), la gente de color (del Norte) y los políticos blancos del Sur (en su mayor parte segregacionistas). Esta coalición se rompería a mediados de los años 1960 por varias causas, el auge de los derechos civiles y la lucha contra la segregación racial, que enfadó a los Estados del Sur, tradicionalmente demócratas y la crisis del petróleo (1973) que inició un declive de las grandes corporaciones industriales. Este último factor transformó a los obreros industriales en empresarios por cuenta propia, imprimiendo un sesgo conservador a la política norteamericana y propiciando la presidencia de Reagan.
La guerra de Corea tuvo repercusiones en el bloque comunista. El ejército chino funcionó con infantería que solamente tenía a su disposición armamento ligero (ametralladoras y morteros). A pesar de su eficiencia en técnicas de ocultación que le permitieron emboscar y acosar sistemáticamente al ejército norteamericano terminó pagando un precio muy alto (en muertos y heridos) por la potencia de fuego (aéreo y de artillería pesada) estadounidense. Esta estrategia fue implementada por Matthew Ridgway (un general de tropas aerotransportadas duro, honesto y eficiente), nombrado comandante en Corea cuando la invasión china y posteriormente sustituto de MacArthur. Los chinos solicitaron ayuda aérea a la URSS, pero Stalin se inhibió, temiendo represalias en una escala mayor (nuclear). Todo ello contribuyó a la escisión chino-soviética unos años después.
Dean Acheson con John F. Kennedy en el domicilio de Acheson (Washington) el 28/11/1960. Library of Congress. |