El 2 de agosto de 216 a C. tuvo lugar la batalla de Cannas. Aníbal derrotó a los romanos dirigidos por Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo. Aníbal desplegó infantería en semicírculo, flanqueada por caballería. Derrotó, en primer lugar a la caballería romana, hizo que la infantería retrocediera dejando entrar a los romanos y convirtiendo el frente en una línea cóncava.
Sobre este caldero hizo converger infantería africana sobre los flancos enemigos y después la caballería cayó sobre la retaguardia contraria derrotando definitivamente a los romanos.
La Batalla de Leuthen, ganada por Federico II (el Grande) de Prusia a los austríacos el 5 de diciembre de 1757 es un ejemplo más sofisticado del orden oblicuo esbozado en Cannas. Las tropas prusianas flanquean el frente austríaco y terminan cargando contra el ala izquierda austríaca. La sorpresa derrota a los austríacos.
La batalla de Cannas fascinó a los estrategas militares durante siglos al conseguir el aniquilamiento del enemigo en un solo golpe, se trataba de crear un “caldero” donde aplastarlo. El último eslabón fue el plan Schlieffen (Jefe del Estado Mayor alemán) con el que debían comenzar las operaciones en la Primera Guerra Mundial. Se trata de una variante de las batallas de Cannas y de Leuthen. El ala izquierda alemana se pondría a la defensiva mientras el ala derecha (más potente) rodearía al ejército francés inmovilizado por el ataque al ala derecha. Schliefen murió en 1913, según la leyenda sus últimas palabras fueron “reforzad el flanco derecho” (golpe de hoja de hoz). Moltke, su sucesor, cometió el error de reforzar el ala izquierda para intentar una batalla de Cannas pero sólo consiguió que el frente se estabilizara comenzando la tremenda carnicería que duró cuatro años.
Plan Schlieffen original. Moltke lo corrigió debilitando el ala derecha y reforzando la izquierda. Se llegó a la estabilización. |
Ya no era posible la destrucción del ejército enemigo de un solo golpe. El tamaño de la conflagración era de tal envergadura que no cabía la derrota rápida. En los años 1920 estrategas soviéticos, Mijaíl Tukhachevsky y Wladimir Triandafillov, desarrollaron nuevas teorías. Según David Glantz y Jonathan House (“Choque de titanes” Despertaferro, 2017) “ellos creían que los ejércitos modernos eran demasiado grandes y resistentes a (para) ser derrotados en una batalla de proporciones catastróficas. ...Empezaron a pensar en un nuevo nivel de combate, a medio camino entre las tácticas de batallas individuales y la estrategia de una guerra al completo. Este nivel intermedio llegó a ser conocido como Arte Operacional (Operativnaia Iskusstva).”
Nikolái Vatutin (izda.), general de Ejército (Frente de Vorónezh) jefe militar en la batalla de Kursk y general Nikita Jrushchov (dcha.), consejero militar (político) del ejército. Kursk 1943.
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El arte operacional requería movilidad (reservas muy móviles), sistemas de comunicación eficaces (que permitieran conocer rápidamente el estado de la situación), mecanismos de engaño, camuflaje y ocultación (Maskirovka) y un énfasis acentuado en la logística (abastecimientos, reparaciones de material y talleres de vehículos). Se trataba de atacar en un frente amplio, identificar rápidamente los puntos débiles y cambiar el despliegue de ataque mediante las reservas. Los sistemas defensivos utilizaban mecanismos similares, defensas en profundidad y reservas móviles, dejando entrar las puntas de lanza para que se desgastaran y atacar los flancos y las zonas donde el ataque fuera más leve. Este último diseño se empleó por los soviéticos en la batalla de Kursk (julio-agosto 1943) donde infligieron a los alemanes una derrota decisiva en la mayor batalla de carros de la historia.
La blitzkrieg alemana daba una gran importancia al concepto de Schwerpunkt (punto focal), se trataba de dar un golpe concentrado. Sin embargo los soviéticos trataban de confundir, intentaban la ruptura en muchos puntos a la vez (en un frente amplio) y donde lograran abrir brechas explotar rápidamente el éxito. La arrogancia racial del Estado Mayor alemán, “los depredadores semihumanos” en el Este (Michael Burleigh, El Tercer Reich), fue derrotada por los generales soviéticos a los que algún historiador ha calificado como “bestias humanas dotadas de inteligencia militar”.