Henry Kamen (Rangún, Birmania, 1936) es un historiador británico asentado en España (Barcelona) desde hace muchos años. Es un especialista en el Imperio Español en la época de los Austrias, y en concreto en Felipe II. Es polémico, ya que sus hipótesis irritan alternativamente a tirios y troyanos. Emplea técnicas procedentes de la economía y la sociología y, sobre todo, ha realizado exhaustivos estudios sobre documentos y archivos.
En "El enigma de El Escorial. El sueño de un rey" (Espasa, 2009) se muestran varias de estas ideas. La más interesante, el carácter multinacional, tanto en el terreno político como económico, del imperio. Los españoles eran una minoría más. Por ejemplo, en la batalla de San Quintín la participación de tropas españolas fue minoritaria. Italianos, alemanes, flamencos e, incluso, franceses formaban las tropas imperiales. Esa misma composición se encontraba en el núcleo de control del poder.
El propio Felipe II no concebía su reinado sino como el resultado de una estructura dinástica, los estados que gobernaba “no pertenecían a España, sino que compartían el mismo rey“. El concepto de estado moderno todavía no había nacido siquiera. La transición desde un estado tardomedieval a uno moderno se empieza a esbozar a mediados del siglo XVII. La Revolución inglesa resulta ser clave. Uno de sus teóricos, James Harrington (1611-1677), que analiza la posibilidad de una república representativa, le dedica su libro "La república de Oceana" (1656) a Oliver Cromwell.
Estas tesis sobre la época de los Austrias, son avaladas por los estudios (monumentales) de Stanley J.Stein y Barbara H.Stein que inciden en la existencia de una estructura estatal basada en las relaciones de lealtad entre distintos grupos de poder, aristocracia, banqueros y militares. Los Stein analizan el intento de los Borbones, en concreto Carlos III, de crear un Estado moderno. Investigan la importancia de los egresados de la Universidad de Salamanca en la creación de una burocracia funcionarial que hubiera permitido una administración imperial más eficiente. Llegan a la conclusión de que ya era demasiado tarde. El imperio fenece por los enemigos externos, las tensiones internas y la existencia de una clase emergente (los criollos) en América que quería la independencia porque el imperio ya no le resultaba rentable. Kamen recuerda que un porcentaje ínfimo de la población en la América hispana de fines del siglo XVIII tenía un origen español.
El imperio de los Austrias estaba más cercano al Imperio Romano que al Estado moderno. Roma se basaba en una estructura clientelística y cuasi mafiosa, “patronos y clientes“ (Philipe Ariès y Georges Duby). Había nacido en contraposición a las estructuras autoritarias, mas primitivas, vigentes hasta ese momento. Era un “banco de favores”. A lo largo de la Edad Media la consolidación de un sistema feudal estiliza y protocoliza esta estructura que se prolonga hasta la Guerra de los Treinta Años.
Un acontecimiento que ilustra esta perspectiva es la conquista de México por Hernán Cortés. Cortés, que se había hecho rico en Cuba, financia la expedición a Tierra Firme, se trata de una actividad personal (con autorización de la Corona), y logra poner de acuerdo a los enemigos de los aztecas (imperio mexica) para destruir su hegemonía. Como cuenta (fantásticamente bien) el historiador mexicano Juan Miralles Ostos (1930-2011) Cortés se convierte en un gestor de alianzas entre los grupos de poder locales, totonacas y tlaxcaltecas entre otros. Al cohesionar a los diferentes actores de la zona mediante intereses compartidos inventa, en los términos de Miralles, Mexico.