Casi todos los grandes directores de cine han realizado películas menores que tienen un claro carácter de diversión personal. Alfred Hitchcock dirigió en 1955 “Pero .. Quién mató a Harry” (The trouble with Harry); una especie de comedia negra que no recibió buenas críticas, y algunas de ellas demoledoras como la del New Yorker.
Por su parte, John Huston firmó en 1953 “La burla del diablo” (Beat the devil), como director y como coautor del guión junto a Truman Capote. Se trataba de una especie de parodia de “El halcón maltés” y en la que trabajaron los actores de esta última, Humphrey Bogart, Robert Morley (sustituyendo a Sidney Greenstret) y Peter Lorre. Era un delirio que, cuando la ví, me resultó un tanto incomprensible. Naturalmente recibió críticas feroces.
John Ford también hizo algo parecido. En 1963 realizó “La taberna del irlandés” (Donovan’s Reef) Es una comedia blanda y destinada al gran público. Estaba hecha, como las anteriores, por un grupo de amigos pasándoselo muy bien. John Wayne y Lee Marvin eran los protagonistas. El guión estaba hecho por James Edward Grant, autor del guión de El Alamo de John Wayne, y por Frank S. Nugent, viejo colaborador de John Ford, en Fort Apache, She Wore a Yellow Ribbon yThe Searchers entre otras películas.
La acción de la película se desarrollaba en una improbable isla de la Polinesia Francesa. César Romero hacía un papel a su medida, el inverosímil gobernador francés de la isla. La protagonista era Elizabeth Allen, una magnífica actriz de teatro. Contenía una buena trifulca, entre Wayne y Marvin, y un trasunto de los típicos sargentos irlandeses de los westerns de Ford interpretado por Mike Mazurki en el papel de sargento de la Gendarmería.
Curiosamente Lee Marvin, uno de los “duros” clásicos del cine, forma parte de los anales del derecho norteamericano. En concreto por la sentencia del Tribunal Supremo de California Marvin c/ Marvin (18Cal.3d 660, 557 P.2d 106, 134 Cal.R. 815) dictada en 1976. Se trató de una demanda previa efectuada por Michelle Triola Marvin contra Lee Marvin. Ambos convivieron como pareja desde 1965 a 1970 y nunca se casaron. Michelle Triola solicitaba una compensación económica similar a la de los cónyuges aplicable según las leyes californianas. La sentencia dictaminó que “ … deben suprimirse las barreras judiciales que puedan subsistir para la satisfacción de las expectativas razonables de las partes dentro de unas relaciones maritales no matrimoniales “.
Después, reconocido el derecho a la apertura del juicio, Michelle Triola lo perdió al no poder demostrar la existencia de algún tipo de contrato sobre los bienes y las ganancias obtenidos durante la convivencia común. Sin embargo la sentencia creó derecho al reconocer que la ausencia de matrimonio no invalidaba la posibilidad de establecer contratos de regulación de la convivencia marital.
El magistrado redactor de la sentencia Marvin c/ Marvin fue Mathew Oscar Tobriner, un juez progresista con numerosas sentencias interesantes. En el caso People c/ Dorado (29/01/1965) prefiguró la famosa sentencia del Tribunal Supremo USA en el caso Miranda c/ Arizona (1966) que instauró la necesidad de la advertencia a los detenidos de su derecho a guardar silencio. Hay una sentencia de Tobriner que me parece fascinante (y sicodélica). En el caso People c/ Woody (1964) anuló una condena por consumo ritual de peyote por parte de un miembro de la Iglesia nativa americana (los indios navajos) aplicando la Primera Enmienda de la Constitución (Libertad de religión, de expresión y de prensa).