En 1662 se terminó de construir, en Kioto, el palacio Katsura. Fue encargado por los príncipes Toshihito y su hijo Toshitada, ambos miembros de la familia imperial. El Shogunato Tokugawa, que gobernó el Japón desde 1603 hasta 1867, mantuvo a los emperadores como tales pero sin ningún tipo de poder efectivo. Este aspecto es crucial para entender la filosofía que impregna la construcción de Katsura.
Palacio Katsura - Kioto |
Se trata de un edificio en el que se intenta deliberadamente obtener una imagen natural, huye de la grandilocuencia, no hay un foco central y los edificios se fusionan con los jardines circundantes. No hay una geometría identificable, la decoración es incompleta e imperfecta y las vistas y los propios jardines recrean la complejidad de la naturaleza. El moderno arquitecto japonés, Kenzo Tanje relacionó el palacio Katsura con la influencia de las clases bajas, que pusieron de moda, en esa misma época, el teatro No y la ceremonia del té.
Palacio Katsura - Kioto |
La construcción de Katsura precede a la era Genroku (1688-1704) que supuso un renacimiento cultural en Japón propiciado por los cien años de paz del primer período Tokugawa. En esta misma época florecieron los sangaku (la palabra significa tablilla matemática); eran soluciones topológicas a problemas de geometría euclídea. Se planteaban por todo tipo de personas mediante tablillas que se colgaban en los templos y en los mercados para que cualquiera aportara la solución. Tradicionalmente en Japón se planteaban problemas matemáticos para que fueran resueltos mediante diagramas.
Las tabletas de sangaku que se han analizado revelan que sus autores podían no ser especialistas sino gente del común. La mayoría, sin embargo, eran miembros de la clase samurai, tradicionalmente mejor educada. En todo caso, los sangaku revelan un gusto muy sofisticado.
El escritor japonés Junichiro Tanizaki (1886-1965) escribió, en 1933, El elogio de la sombra. Es un ensayo, muy divertido, sobre la búsqueda estética de los japoneses y su choque con las comodidades modernas. Analiza los retretes tradicionales, que estaban fuera de la casa y permitían el contacto con la naturaleza, constata que las vajillas de porcelana no tienen las cualidades de sombra y profundidad de las lacas. En definitiva, defiende las claridades difusas de las paredes de papel y el uso de los juegos de sombra y luz.
Palacio Katsura - Kioto |
Junichiro Tanizaki |
En un párrafo de la obra define la forma japonesa (y oriental) de ver el mundo: “creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por yuxtaposición de diferentes sustancias. “